Desde hace varios años, Alejandra Castiblanco y Mateo Hernández, trabajan con flora silvestre e impulsan talleres sobre vegetación urbana. El próximo 18 de noviembre realizarán un taller sobre la importancia y los usos de las plantas silvestres de Bogotá.

Mateo Hernández es consultor ambiental con más de 20 años de experiencia en restauración ecológica. Alejandra Castiblanco es Herbóloga investigadora y promotora del Centro Botánica Tihiki. Desde hace años hacen espacios formativos donde ofrecen la oportunidad de estudiar y conocer la flora de la ciudad.

Colombia Informa: ¿Cuál es la importancia de este proyecto formativo sobre la flora urbana?
Mateo Hernández: Muchas de estas plantas son nativas de Colombia, que llevan miles de años en este territorio. Otras son plantas que han llegado hace poco, como el eucalipto, y que ahora son muy comunes y que se comportan como plantas silvestres. Son las más salvajes que hay, las que crecen sin ayuda, las que pueden crecer a veces en la grieta del pavimento o encima de una piedra, o las que hacen parte de los bosques nativos. Es una flora que, a diferencia de la de los jardines que siempre estamos protegiendo pareciera un poco olvidada y no se le pone mucha atención.

Alejandra Castiblanco: Compartimos sobre el valor que tiene la conservación de la vegetación espontánea nativa. Es un proyecto que hemos desarrollado con el fin de dar a conocer estas plantas y las interacciones que tienen con diversos organismos; animales, hongos, líquenes, y muchas más formas de vida que también son importantes de tener en cuenta y de observar.

En cambio, la vegetación silvestre que algunas veces se comporta como “invasora”, puede ser controlada y aprovechada para el beneficio mutuo de los ecosistemas y de las personas. Obviamente, hay que hacer un análisis de seguridad previamente, pero generalmente tienen posibilidades de utilización, ya sea a nivel medicinal, cosmético, arquitectónico o incluso alimenticio. Plantas a las que se puede acceder de forma no mercantil, son gratis, necesitan ser colectadas y hay en abundancia.

CI: ¿Por qué se comprometieron con este proyecto?
Mateo Hernández: Alejandra y yo nos comprometimos en este proyecto por varias razones; nos une mucho el deseo de conocer lo que nos rodea, de saber cómo se llaman esas plantas, puesto que muchas veces pasamos al lado y no las miramos. Buscamos saber para qué se usan, si son especies comestibles, si son medicinales.

En mi caso particular, un tema que me apasiona es la restauración ecológica. Volver a tener un bosque que tal vez talamos en el pasado y ahora quedó convertido en un potrero o un peladero donde ya no hay árboles ni orquídeas, ni bromelias, ni todas las plantas del bosque. Llevo muchos años investigando cómo se llaman, cómo se propagan las plantas, en qué momentos se deben sembrar.

Yo creo que cuando uno conoce la flora de esa manera muy cercana, especie por especie, pues termina dándose cuenta de que uno puede ver las montañas, por ejemplo, los cerros de Bogotá de una forma muy diferente a como normalmente los veríamos. De pronto, a veces vemos que es un gran telón verde de fondo de la ciudad. Otra manera de verlo es descubrir que es el hogar de cientos y cientos de especies de plantas diferentes, de animales diferentes. Esto es clave para poder conservar y que cada vez más personas conozcan que hay en estas montañas.

Fuente: Colombia Informa

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