Los resultados de la Gran Encuesta del Empresariado, que fue aplicada por segunda vez en Bogotá y en 59 municipios de Cundinamarca, fue presentada por la Cámara de Comercio de Bogotá (CCB). Fue aplicada a unas 2.275 empresas, tanto a aquellas que hacen parte del Registro Mercantil como a aquellos negocios que no. Nicolás Uribe, presidente ejecutivo de la CCB, explica los resultados de este instrumento.
¿Qué muestra la encuesta sobre el empresariado de Bogotá y Cundinamarca?

La encuesta muestra unos rasgos generales que permiten construir un imaginario mucho más acertado y cercano a la realidad de lo que significa ser empresario.

Muestra, por ejemplo, que un empresario en nuestra jurisdicción es una persona, generalmente natural, que tiene ingresos inferiores a 50 millones de pesos al año; que hace esfuerzos grandes para sobrevivir, porque son empresas principalmente jóvenes, de no más de 5 años de constitución. Son empresas que se montaron gracias al aporte de recursos de familiares o de su propietario, generalmente lideradas por hombres, con algún grado de escolaridad, con edades entre los 36 y los 60 años de edad.

Son empresas y empresarios que tienen hoy canales de comunicación con sus clientes utilizando redes sociales, y están todos los días acercándose más a una digitalización de sus transacciones económicas, a través de billeteras digitales y otras plataformas.

Son empresas que tienen problemas para lograr esquemas de equidad, y que en muchas ocasiones no son capaces, en virtud de sus ingresos, de lograr la formalidad de los empleados que contratan.

En el muestreo, ustedes incluyeron empresas con Registro Mercantil y Unidades Productivas sin Registro Mercantil. ¿En qué se diferencian?

El Registro Mercantil es una obligación legal para convertirse en comerciante, pero es claro que es apenas el primer paso en una escalera de formalidad, que a medida que evolucionan las empresas deben ir alcanzando.

Hay personas que desarrollan actividades económicas que no alcanzan ni siquiera ese primer escalón.

Lo que queríamos entender era cómo les va a unos y a otros en el contexto actual. Encontramos que, en la base de la pirámide de menores ingresos, a veces incluso termina siendo más rentable no cumplir con criterios de formalidad, que cumplir con ellos.

Ahora, si bien esto pasa en la base de la pirámide, que son ingresos muy escasos, que corresponden a menos de un millón de pesos mensuales; si se quiere escalar y crecer, casi que es imposible hacerlo desde la informalidad. Es muy difícil tener empleos formales, contratar más personas o llegar a niveles de ingreso superiores a los 50 millones de pesos anuales, o sea, casi $ 4,1 millones mensuales, desde una unidad productiva no registrada.

Según la encuesta, usted habla de resignificar el concepto de empresario. ¿Por qué?

La gente tiene una concepción errada de lo que significa la empresa. Se cree que la empresa es la gran empresa, y que eso equivale a ser rico. La verdad es que el 92 por ciento de las empresas en nuestra jurisdicción son microempresas y el 5 por ciento son pequeñas.

Sobre los retos de la formalidad ¿cuáles deberían ser las apuestas?

Nosotros tenemos que derrotar la idea de que ser informal puede significar mayor nivel de ingresos. Esto sucede porque la formalidad tiene unos costos, pero la formalidad les permite a las empresas ser sostenibles en el tiempo, alcanzar mayores niveles de ingreso, así como niveles de bienestar social.

Una Unidad Productiva informal es menos sostenible en el tiempo, se acaba con más frecuencia y es más vulnerable a los cambios. Una empresa formal tiene la posibilidad de sobrevivir, de crecer y de generar mayores ingresos.

El gran reto de Política pública es avanzar en un esquema en donde lo rentable sea lo formal y no lo informal.

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