Cambio Verde es un programa de seguridad alimentaria y protección al medioambiente. 

Rosa María Velásquez llega con ilusión a la plaza de Cáqueza, Cundinamarca, para pesar varias cajas de botellas reciclables del negocio de su hijo. Sabe que recibirá puntos por cada kilogramo de material que lleve, con los cuales podrá reclamar alimentos frescos de los productores rurales de su municipio. Hace unos días le contaron que harían una nueva jornada del programa Cambio Verde, uno de los de la Rape (Región Central), para la cual juntó con dedicación botella a botella.

Como ellos, más de 224 interesados llegaron al punto de cambio. Hubo amas de casa, campesinos de la zona y estudiantes del Colegio Departamental de Cáqueza que llevaron a casa 313 libras de alimentos frescos.

“Cambio Verde es un programa que se desarrolla a través de un eje estratégico de seguridad alimentaria y nos ha permitido asociar pequeños productores, recuperadores y asociaciones. Uno de los objetivos es mejorar el acceso a productos frescos y saludables”, explica Fernando Flórez, director de la Rape (Región Central), entidad que reúne los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Meta, Tolima y a Bogotá. Hasta el momento, el sistema ha beneficiado a 36.682 personas en todas sus jornadas.

Y todo funciona en un sistema circular. La gente interesada en participar lleva el material reciclable a los puntos de trueque de la Rape que rotan por los municipios afiliados. Recicladores locales compran ese material, y con el dinero que pagan se adquieren alimentos de asociaciones campesinas de los municipios. Así, todo queda “entre vecinos”, como dice Marco Tulio Clavijo, vicepresidente de la Asociación del Medioambiente, que agrupa a 15 recicladores de Cáqueza.

Marco Tulio y sus empleados, en la más reciente jornada de su municipio, pesaron, separaron y aprovecharon 1.529 kilogramos de material reciclable (cartón, vidrio, chatarra). “Nos beneficia porque no tenemos que ir a recoger a los sitios, sino que nos lo traen al pueblo”, afirma. Como ellos, otros recicladores han reunido 109.848 kilos de residuos aprovechables.

Y hasta en carros llegan habitantes del casco urbano y de la zona rural con su carga de reciclaje. Hermes Jiménez condujo desde la vereda Palogrande hasta la plaza de Cáqueza para traer botellas de cerveza y gaseosa, sillas y cartón para intercambiar.

“Además de mercado, me dan árboles para plantar en mi finca ganadera. Esto favorece el ambiente y deja sombra para las vacas”, cuenta emocionado. Como ya conocía el proyecto, esta vez invitó a su vecino, Guillermo Restrepo, dueño de la finca La Estancia de Tibinique. “En un cuarto solía guardar todo el reciclaje y vendérselo a un chatarrero, pero ahora puedo aprovechar para reclamar plántulas y semillas”, dice Restrepo. Los árboles corren por cuenta de la alcaldía, como apoyo al programa.

Junto a ellos, varios alumnos del Departamental esperan su turno junto a la profesora Luz Dary Hernández, quien les enseña a reciclar a los niños hace nueve años.

“Siempre hemos querido disminuir la cantidad de residuos sólidos aprovechables que se pierden en la basura. Ahora tenemos a dos estudiantes del grupo de inclusión haciendo servicio social con esto, y a ellos les entregamos el mercado que nos den”, afirma. A su lado, Laura Reyes, del grupo de inclusión, agradece: “Mi mamá se pone contenta cuando le llevo la comida. Así aprendí que no hay que botar basura al suelo, y lo que sé se lo enseño a mis primas”.

Todo lo que Laura y otros beneficiarios recogen en la jornada viene directamente de veredas de la parte alta de Cáqueza, todas en una asociación de productores que encabeza Nelson Quevedo. “Así se beneficia a campesinos que cultivan tomate, arveja, papa y otros productos de tierra fría. A la gente le gusta mucho venir porque ven que cuidan el medioambiente y reciben una retribución en alimentos”.

Por ahora, el programa, inspirado en una experiencia de Brasil, continúa en su segunda etapa y se plantea como una solución para una región en la que, según un diagnóstico de la Rape, 1,6 millones de personas padecen por escasez de alimentos.
Entre tanto, la fila en Cáqueza continúa: hasta que llegue el fin de la jornada o se acaben los alimentos. Lo que suceda primero.

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