Teresa de Jesús Quicazan Ballesteros oriunda de Guacheta, Cundinamarca, encontró en la agricultura urbana, el sustento para ella y, uno de sus dos hijos. A través de pequeños cultivos en la terraza de su casa, la que ella misma ayudó a construir, diariamente agradece a Dios por su vida, sus inicios y su crianza en el campo. Dicho conocimiento le ha ayudado a surgir e identificarse como una gran líder de un grupo de mujeres de la localidad de Bosa, qué mediante la huerta casera, tienen el mínimo vital para la seguridad alimentaria de su familia.
Una mujer emprendedora, tranquila y solidaria, que gusta del baile y lo socializa siendo profesora en esta disciplina. Directora de talleres sobre el manejo de plásticos, vicepresidenta de la junta de acción comunal y actriz de teatro, en definitiva, una mujer polifacética y sin igual.
A sus 55 años, la sonrisa sigue siendo la misma de unos años atrás, las dificultades que ha atravesado no han logrado borrarla de su rostro. Por el contrario, ha encontrado en esos obstáculos, la oportunidad de reinventarse y cumplir cada uno de sus sueños.
Cuando era niña, tras la muerte de su madre junto a sus nueve hermanos fueron separados. A ella la enviaron a la ciudad de Cali y permaneció allí desde los 7 hasta los 30 años de edad. Al no encontrar oportunidades que llenaran sus expectativas, regresó a Bogotá. El último trabajo estable que le brindó la capital del país en el 2010, fue laborando en un taller de mecánica como vendedora de autopartes, pero su contrato un día sin razón alguna, terminó.
Al quedarse cesante, vislumbró que su situación económica en poco tiempo iba a complicarse. Aunque siempre había tenido algunas plantas de jardín en la terraza de su casa, supo que podía cultivar y aprovechar su conocimiento en la agricultura por lo aprendido en su niñez, inicialmente pensando en suplir la alimentación básica para su hogar. “Lo primero que cultivé fue algo autóctono de mi región: maticas de maíz”, así las recuerda, mientras en su mirada profunda evoca aquellas épocas y, sonriendo demuestra el cariño y el gusto por cultivar.
Desde hace más de 3 años, junto a vecinas y amigas crearon “Las expedicionarias agroalimentarias de Bosa”, en la casa de la igualdad. La Alcaldía de la localidad séptima dictaba talleres de agricultura, y aunque cada una ya cultivaba en sus hogares para el autoconsumo, nació la idea de unir esfuerzos y, juntas crearon la huerta que se ubica en el tercer piso de este sitio de oportunidades para las mujeres del sector.
Las expedicionarias sin apoyo de ninguna entidad, han logrado que su labor trascienda. Tuvieron su primera gran experiencia comercial, el pasado 19 de febrero en la plataforma logística de Bosa, durante el mercado campesino organizado por La Rape Región Central, junto a la secretaría de Desarrollo y Apave-. Allí pudieron vender el fruto de sus cultivos, los visitantes y compradores del mercado encontraron productos como: acelga, plántula de lechuga, perejil, coliflor, brócoli, orégano y fresas.
Este valioso grupo de mujeres que abanderan la buena práctica de cultivar y aprovechar los espacios de su hogar, esperan con ansias poder participar en las próximas jornadas y replicar toda su experiencia, principalmente a las amas de casa, que diariamente están en la búsqueda de productos naturales para su familia.
Doña Tere como es reconocida, no conforme con su práctica productiva y comprometida con el cuidado del medio ambiente, junto a las otras 15 expedicionarias, diseñan y elaboran juegos de bolsos y, sombreros con bolsas plásticas que recolectan. Reciclando y aprovechando de otra forma este agente nocivo para la salud, hacen su aporte para reducir los niveles de contaminación, concientizando a las personas en el no uso de las mismas. Aparte de la retribución al ecosistema, perciben ingresos económicos de la venta y comercialización de estas artesanías, a través de la comunicación voz a voz entre amigos y conocidos.
Para los hogares colombianos, ya no es imposible que lleguen productos orgánicos y verdaderamente naturales a la mesa. Gracias a seres humanos como Doña Tere, que han creado espacios en sus casas para cultivar verduras, frutas y hortalizas, todos podemos consumir alimentos frescos y qué mejor, hechos por nosotros mismos en el lugar donde habitamos.
Este ejemplo de mujer, sueña con que algún día el gobierno nacional, les entregue a las valientes expedicionarias, un terreno amplio para cultivar y no descarta el anhelo de poder vivir en un país, donde no exista la desigualdad de oportunidades y el machismo sea un tema netamente del pasado.
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María Teresa Blanco
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