• Más de 17.000 personas en 700 comunidades de 22 departamentos de Colombia han sido formadas gracias a la Escuela para la Transición Energética Justa, una estrategia liderada por el Ministerio de Minas y Energía que busca transformar el acceso a la energía en el país desde una perspectiva territorial, participativa y con enfoque social.
  • La iniciativa avanza como una de las apuestas más ambiciosas del Gobierno Nacional para fortalecer la autonomía energética comunitaria, integrar saberes locales y reducir brechas históricas en regiones rurales tradicionalmente excluidas del sistema energético convencional.

Bogotá, D. C., 01 de julio de 2025. La RAP-E Región Central participó en el lanzamiento oficial de la Escuela de Formación para la Transición Energética Justa, un espacio que marca un nuevo capítulo en la construcción de un modelo energético distribuido, democrático y con sentido territorial. La jornada reunió a representantes de entidades públicas, organizaciones sociales, instituciones académicas y actores regionales, con el objetivo de visibilizar experiencias formativas enfocadas en fortalecer capacidades locales, impulsar soluciones energéticas adaptadas a cada territorio y reconocer el liderazgo comunitario en los procesos de transformación.

En el marco del evento se llevó a cabo el panel “Saberes que Transforman: experiencias de implementación en procesos de formación comunitaria relacionados con la energía”, donde se abordaron los principales desafíos y aprendizajes derivados del trabajo en territorio. El espacio permitió reflexionar sobre la necesidad de construir modelos pedagógicos con enfoque diferencial, que respondan a las dinámicas sociales, culturales y productivas de cada región, y posiciones a las comunidades como agentes activos de cambio dentro del ecosistema energético.

Desde una visión técnica, se destacó la importancia de acompañar a las comunidades en momentos clave de formulación y planeación de proyectos energéticos con sostenibilidad a largo plazo. Al respecto, Jorge Aya Rodríguez, responsable del eje de Infraestructura de Transporte, Logística y Servicios Públicos de la RAP-E, afirmó: “lo más importante que debemos fortalecer en las comunidades es el proceso de estructuración, formulación y planeación del proyecto. Hemos identificado que el diseño técnico y financiero para presentarse ante fuentes de financiación ha sido un cuello de botella, tanto por falta de recursos como por limitaciones técnicas locales. El manejo administrativo, la capacidad de gestión y la veeduría comunitaria son fundamentales para que los proyectos sean sostenibles, perduren en el tiempo y sean apropiados por las comunidades”.

Por su parte, Jorge Enrique Aponte, coordinador de Relacionamiento Social y Territorial del Ministerio de Minas y Energía y director de la Escuela TEJ, resaltó el valor de la apropiación comunitaria y el acceso al conocimiento como condiciones para una transición real. “Durante años se instalaron sistemas basados en fuentes no convencionales de energía renovable sin procesos de formación, lo que dificultó su sostenibilidad. Con la Escuela, buscamos que las comunidades entiendan qué se instala, cómo funciona, cómo cuidarlo y, sobre todo, cómo participar en las decisiones energéticas. Estamos democratizando el conocimiento energético, articulando esfuerzos con el SENA, universidades y centros de formación para llegar a cualquier persona del país que quiera entender y aportar a este proceso. Ese es el corazón de una transición verdaderamente justa”.

El Ministerio proyecta que para 2026 al menos 3.000 comunidades energéticas activas estén operando en Colombia, lideradas por la ciudadanía y con plena capacidad para diseñar, gestionar y sostener sus propios modelos energéticos. La Escuela TEJ es el vehículo formativo que soporta esta ambición, integrando tres ejes esenciales: fortalecimiento organizativo, desarrollo de capacidades técnicas y soluciones energéticas adaptadas al territorio.

Con esta participación, la RAP-E Región Central se suma a un proceso que redefine el acceso a la energía como un derecho colectivo ligado a la equidad territorial, el desarrollo regional y el fortalecimiento de la ciudadanía energética. La transición energética justa en Colombia ya está en marcha, y los territorios están siendo los protagonistas.

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