• Nuestro campesinado merece no solo reconocimiento, sino una retribución justa por el inmenso esfuerzo que han hecho por nuestro país. Garantizan nuestra seguridad alimentaria, incluso en las peores crisis, en los último tiempos han alcanzado niveles históricos de exportación. Sin embargo, a pesar de su labor incansable, siguen enfrentando un olvido sistemático y un rosario de dificultades que debemos atender con urgencia. Es hora de que Colombia despierte y reivindique las luchas de quienes sostienen nuestra soberanía territorial.

Por: Ricardo Agudelo Sedano

Las exportaciones del sector agropecuario están en máximos históricos. Un informe de Corficolombiana confirma que entre 2020 y 2021 se registró una expansión significativa, cerrando 2021 con 9.400 millones de dólares. Desde 2015, las cantidades exportadas, medidas en toneladas métricas, han crecido anualmente, acercándose a los seis millones de toneladas.

En 2024, las cifras continuaron mejorando: en febrero, las exportaciones superaron los 962 millones de dólares, un aumento del 12,5 % en comparación con el mismo mes de 2023. Este crecimiento fue liderado por las exportaciones de banano, flores y aguacate. Según datos de la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), las exportaciones de banano aumentaron un 79,2 %, las de flores crecieron un 13,2 %, y las de aguacate se incrementaron notablemente en un 81,5 %. En cuanto al volumen, en febrero de este año se exportaron 485.671 toneladas, representando un aumento del 33,8 % en comparación con febrero de 2023. Los productos que más contribuyeron fueron el banano, el aguacate y el café.

¿Pero a qué costo para el campesinado? Los campesinos colombianos han demostrado una resiliencia admirable, enfrentando variaciones climáticas, los efectos devastadores de la pandemia, el olvido histórico del Estado, el difícil acceso a la tierra, la ausencia de políticas públicas, la violencia y el desplazamiento forzado. A pesar de estas adversidades, han garantizado la seguridad alimentaria de más de 50 millones de habitantes, produciendo anualmente más de seis millones de toneladas de alimentos.

Este sector no solo es vital para la economía, sino que también genera 3,5 millones de empleos clave para la reducción de la pobreza, la desigualdad y el desarrollo económico de las zonas rurales. La Encuesta Nacional de Calidad de Vida del DANE 2023 señala que la población campesina supera los 10.640.000 personas (5.47.9000 hombres y 5.160.00 mujeres). Sin embargo, continúan enfrentando altos costos de fertilizantes, intermediación abusiva, mal estado de las vías y falta de conectividad digital.

La RAP-E Región Central está liderando el “Plan de Abastecimiento Alimentario”, un proyecto estratégico que pone al campesino en el centro de la ecuación. Buscamos fortalecer un sistema de abastecimiento de alimentos eficiente, sostenible y saludable para la Región Central (Bogotá D.C., Cundinamarca, Boyacá, Meta, Tolima y Huila), consolidándola como la despensa agroalimentaria de Colombia. Con 750.000 agricultores produciendo más de 12,9 millones de toneladas de alimentos al año, la oportunidad está en el campo.

Es hora de inclinar la balanza. Debemos mejorar los ingresos de nuestros productores, fortalecer líneas de crédito, afianzar niveles de asociatividad, disminuir los canales de intermediación, optimizar el transporte y mejorar la red vial terciaria. Necesitamos dinamizar los procesos logísticos y el repensar el papel de las centrales de abastos para avanzar hacia un cambio social que devuelva la esperanza a la población rural.

Para lograr este cambio social, el país debe escribir una nueva página que le devuelva la esperanza a la población rural. Nuestros campesinos no pueden seguir existiendo sin existir. Como bien lo dice el maestro Jorge Velosa: “¡Qué vivan los campesinos y que los dejen vivir, que el campo sin campesinos, existe sin existir!”. Este es el momento de actuar y devolverles la dignidad y justicia que tanto merecen.

Fuente: El Espectador

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