El pacto SumaPaz, firmado por los mandatarios de Bogotá y los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Huila, Meta y Tolima, quedó sellado con la ceremonia indígena “La Región Central siembra la paz del agua recién nacida”, que fue presidida por el abuelo Gualcalá Álava de la comunidad Muisca, SieUbaSue, quien fue, además de guía, el encargado de recibir de manos de los mandatarios regionales el agua traída desde los principales afluentes de cada territorio.
El departamento del Tolima decidió tomar agua del río Combeima, que nace en el Nevado del Tolima.
El gobernador de Boyacá, territorio bicentenario, tomó agua del río Nevado, afluente que nace en la Sierra Nevada del Cocuy, ubicado al norte del departamento, vertiente que desemboca al río Chicamocha.
El Huila decidió tomar el agua del estrecho del río Magdalena, lugar emblemático para propios y turistas, que mide 1,70 cm, ubicado a pocos kilómetros de su nacimiento.
El Embalse de Tominé fue el sitio elegido por Cundinamarca; poderosa fuente hídrica, que cuenta con una capacidad de 75 millones de metros cúbicos, encargada de surtir de agua a la capital de la República y a sus municipios cercanos, funcionando como embalse de reserva del sistema Chingaza.
Por su parte, la capital de los colombianos, tomó el agua de la Reserva forestal protectora del Bosque Oriental de Bogotá, en el predio El Delirio, uno de los afluentes de río San Cristóbal o Fucha, cuyas aguas se usan para ser tratadas cuando se pone en funcionamiento la Planta Vitelma, ubicada en el suroriente de la ciudad.
El agua del Meta fue tomada del río Humadea, que inicia su recorrido en el páramo de Sumapaz y llega al departamento del Meta por el municipio de Guamal. Este punto es uno de los principales sitios turísticos de ese departamento dada la pureza de sus aguas, que además surten los acueductos de la zona.
Tras pedir el permiso a la madre tierra y a sus ancestros, el agua recolectada por los mandatarios de los departamentos y la capital, se entregó al abuelo Gualcalá y fue vertida en lo profundo de la laguna de Chisacá a manos de mujeres campesinas y dadoras de vida y habitantes del páramo.