Bogotá, 27 de marzo de 2018. “El páramo ha cambiado mucho, la tierra está muy seca, antes era mucho más húmeda, ya no es tan fácil hacer trabajos en los cultivos” Esta es la percepción que tiene Roselina Soto de su hogar.
Durante 70 años, la señora Roselina ha vivido en su finca ubicada en la vereda Pantano Hondo del municipio de Tota que hace parte del complejo de páramo Tota – Bijagual – Mamapacha.
Ella es una mujer dedicada, tierna y de buen corazón, una madre entregada, pero al mismo tiempo berraca y echada para adelante. Decidió unirse al Proyecto Páramos que hoy tiene la Región Central porque está segura de que acciones y proyectos como este, van a lograr transformar su vida y la de su familia.
Al lado de su esposo, compañero de vida, se consagra diariamente a las labores de su finca; allí, se dedica a cuidar a sus ovejas, a las que trasquila con mucho cariño y delicadeza para tejer las ruanas que le dan calor a sus hijos y nietos, no solo por ser de lana, sino porque están hechas con el más grande y profundo amor de madre; además, son ellos quienes le dan para vivir, debido a que su predio no tiene acueducto y no puede desarrollar actividades de cultivo.
Pero esta situación no solo la viven Roselina y su esposo, son miles de habitantes de las zonas rurales que día a día se enfrentan a los altos índices de probreza debido al atraso que existe en la aplicación de instrumentos y tecnologías que permitan un mejor uso de suelos. En vista de esto, la Región Central, a través de su Proyecto Páramos, tiene como propósito desarrollar actividades en estas zonas, para fomentar un adecuado uso de los suelos quenfortunadamente, las zonas rurales, como la de Roselina, tienen altos índices de probreza, a pesar de ser territorios con facilidades en términos productivos, tiene una gran deficiencia en el uso del
A 2.870 metros sobre el nivel del mar, en aquel municipio que hace parte del complejo de páramo Tota – Bijagual – Mamapacha, Roselina no es la única que confía en este proyecto, porque son 25 familias más las que hacen parte de esta iniciativa, con el que van a poder realizar procesos de reconversión productiva en sus fincas.
Por eso, para la Región Central es gratificante saber que personas como Roselina Soto confían plenamente en estas iniciativas que buscan conservar y preservar los ecosistemas de páramo que son el pasado, presente y futuro de la humanidad.
La RAPE sabe que trabajando de la mano con la comunidad se logran crear proyectos a los que se le ponen su alma y corazón; y son personas como Roselina Soto las que motivan a seguir trabajando por garantizar la sustentabilidad del territorio.