La Región Central y el país en general deben impulsar con determinación las Zonas de Desarrollo Agroalimentario y Social (ZODAS), para garantizar la seguridad alimentaria y que el productor sea el eje central de todo el sistema de abastecimiento.

Por: Ricardo Agudelo Sedano

En un país como Colombia, donde el agro debería ser uno de los pilares más sólidos de nuestra economía, seguimos enfrentando grandes desafíos en la producción y comercialización de alimentos.

La dependencia de mercados distantes, la desconexión entre zonas productivas y de consumo, y la pérdida alarmante de alimentos en la postcosecha son síntomas de un sistema que necesita reformas urgentes. Es aquí donde las Zonas de Desarrollo Agroalimentario y Social (ZODAS) se presentan como una oportunidad invaluable para transformar el modelo productivo y comercial de nuestra región.

Las ZODAS, como se han definido en el Plan de Abastecimiento Alimentario de la Región Central, representan un esfuerzo por construir un sistema más justo y eficiente. Estas zonas no solo buscan garantizar la seguridad alimentaria, sino también poner al productor en el centro del sistema de abastecimiento, permitiendo que su trabajo sea debidamente valorado. Esto no es solo una cuestión económica, es una apuesta por la dignificación de los campesinos, quienes desde hace décadas han sido marginados de los beneficios del progreso.

Actualmente, el 34% de los alimentos en Colombia se pierde o se desperdicia, lo que equivale a cerca de 9,8 millones de toneladas al año. ¿Cómo podemos permitirnos esto cuando el 42,7% de la población vive en situación de inseguridad alimentaria? Este es uno de los problemas que las ZODAS buscan resolver: establecer circuitos cortos de abastecimiento que conecten de manera directa a los productores con los mercados regionales y nacionales, reduciendo intermediarios y minimizando pérdidas.

Sin embargo, para que las ZODAS se consoliden como un motor de desarrollo, es indispensable mejorar la infraestructura. El estado actual de las vías secundarias y terciarias en la Región Central es, en muchos casos, precario. Estas vías se han convertido en obstáculos que dificultan el acceso a mercados. Actualmente, más del 82% de la red vial terciaria del país se encuentra en mal estado, según el Departamento Nacional de Planeación. Esta desconexión es uno de los grandes retos para garantizar que los alimentos lleguen en buen estado al consumidor final, y de ahí la importancia de crear un corredor logístico regional que permita la integración efectiva entre las ZODAS y las Zonas Estratégicas de Consumo (ZEC).

Este tipo de corredor no solo reduciría costos de transporte, sino que también optimizaría el uso de la flota y mejoraría la distribución de los productos. Menos tiempo en carretera y una mejor infraestructura no solo significan menos desperdicio de alimentos, sino también mayor frescura y calidad para los consumidores.

Pero el desarrollo de estas ZODAS no solo tiene un impacto local. En un contexto global marcado por crisis climáticas y conflictos internacionales, Colombia necesita fortalecer sus sistemas agroalimentarios para ser resiliente ante situaciones de emergencia. Como vimos recientemente con el paro camionero, cuando las principales vías de transporte se ven afectadas, las comunidades rurales y urbanas sufren las consecuencias del desabastecimiento. Contar con un sistema local más robusto y sostenible no es solo una cuestión de eficiencia, sino de seguridad nacional.

Es por eso que resulta urgente que las ZODAS y los circuitos cortos de abastecimiento sean reconocidos como parte integral de la estrategia del país hacia la soberanía alimentaria y la producción sostenible. En vísperas de la COP16, este tema debería estar en la agenda. La promoción de sistemas agroalimentarios que respeten el medio ambiente y apoyen a las comunidades locales va en línea con los objetivos de la Agenda 2030, y es clave para lograr una paz duradera entre la humanidad y la naturaleza.

Fuente: El Espectador

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