A raíz de una iniciativa público-privada, a Bogotá llegó hace poco el primer bus de transporte público impulsado por hidrógeno para formar parte de la flota cero emisiones de la ciudad. El bus que llegó a la capital de país es el primero de trece que operarán en rutas de SITP zonal.
Teniendo esto en cuenta, según explicó Darío Hidalgo a La Silla Vacía, aunque el transporte a partir del hidrógeno en ocasiones ha dado tumbos (como en el caso de los dirigibles del siglo pasado), actualmente ayuda en los esfuerzos en pro de la transición energética, el cambio climático y la calidad del aire.
Las puertas que abre el hidrógeno
A pesar de que tragedias como la del reconocido zepelín alemán LZ 129 Hindenburg en 1937 contribuyeron a la caída en desuso de los dirigibles para transporte, fue hasta finales de la década del ochenta que el hidrógeno retornó al ámbito del transporte de otra manera: buses.
Tres buses fueron probados en 1994 por la Universidad de Georgetown. Aunque hubo varios ensayos, los prototipos no llevaron a automotores para uso comercial debido a su alto precio.
No obstante, dos décadas después, en 2015, empezaron operaciones comerciales. Y para 2020, ya había miles de unidades, la gran mayoría en China, dos principales proveedores de celdas de hidrógeno y más de una decena de marcas.
El reciente interés por el hidrógeno para fines de transporte es motivado por los esfuerzos en contra de la acumulación de dióxido de carbono en la atmósfera, que contribuye al calentamiento global. Y teniendo en cuenta que se tiene la meta de llegar a cero emisiones netas de dióxido de carbono para mediados de siglo, el hidrógeno se alza como una gran alternativa para frenar el avance de los efectos nocivos de este compuesto químico.
La iniciativa de transporte impulsado por hidrógeno en Bogotá
En vez de emplear baterías, los nuevos buses parten de energía que se acumula en tanques de hidrógeno. Las celdas combinan oxígeno con dicho gas, generando agua y electricidad: es decir, electrólisis a la inversa.
Además, estos buses generan bajo ruido y se recargan al frenar. Y aunque poseen baterías más pequeñas que las de un bus totalmente eléctrico, puede transportar más pasajeros.
Existen cinco maneras posibles de producir hidrógeno, tal como explicó Hidalgo en su artículo:
• «Hidrocarburos durante la refinación de petróleo o gasificación de carbón (H2 gris)
• Gas natural (CH4) y otros hidrocarburos con captura de carbono (H2 azul)
• Gasificación usando energías renovables como hidro, eólica, solar y geotermia (H2 verde)
• Electrohidrólisis de agua usando fuentes renovables (H2 verde renovable)
• Los mismos procedimientos usando energía nuclear (H2 amarillo)».
Aunque es el más barato de producir, el H2 gris es una fuente muy alta de emisiones de carbono, por lo que no es viable en términos de transición energética. En costo, le sigue el H2 azul. Por otro lado, el H2 verde es prometedor: se produce con excedentes de plantas generadoras renovables. No obstante, hasta el momento tiene costos muy altos.
«El H2 verde y verde renovable (de electrolizador de agua) son cero emisiones de CO2 netas; el problema es que es mejor usar la electricidad directamente en recarga de baterías que en generar hidrógeno. Un bus de H2 puede consumir tres veces más electricidad en la producción de hidrógeno que un bus eléctrico», explicó Hidalgo.
Se espera que a partir de investigación en la materia se abarate lo que cuesta la electrólisis y que el hidrógeno sea la manera principal de acumular energía sobrante.