Por: Ricardo Agudelo Sedano
Como suele ocurrir todos los años Colombia atraviesa nuevamente una difícil temporada invernal. Inundaciones, deslizamientos y pérdidas humanas y económicas nos golpean con fuerza recordándonos que el cambio climático no es una amenaza lejana, sino una realidad que exige respuestas inmediatas y coordinadas.
Desde la RAP-E Región Central, entendemos que estos desafíos no reconocen límites departamentales y, por ello, deben abordarse de manera integral, como lo plantea nuestro Plan de Seguridad Hídrica (PSH).
La Región Central, integrada por Bogotá, Boyacá, Cundinamarca, Huila, Meta y Tolima, alberga 18 complejos de páramo y 78 subzonas hidrográficas, ecosistemas vitales para el abastecimiento hídrico del país. Sin embargo, esta riqueza enfrenta una creciente presión por la deforestación, la urbanización desordenada y, más recientemente, los eventos climáticos extremos asociados a fenómenos como La Niña.
El PSH fue concebido como una hoja de ruta para garantizar la gestión sostenible del agua en nuestra región. Su objetivo no es solo responder a emergencias, sino prevenirlas, abordando problemas estructurales como la gobernanza del agua, la restauración ecológica y la gestión del riesgo. En este sentido, la actual emergencia invernal debe verse como una advertencia, pero también como una oportunidad para acelerar la implementación de este plan y consolidar un modelo regional de seguridad hídrica.
En el corto plazo, desde la RAP-E estamos apoyando a los territorios en acciones de respuesta inmediata, como el fortalecimiento de sistemas de monitoreo hidrometeorológico, la coordinación interinstitucional para la atención de desastres y el impulso de campañas para el uso eficiente del agua en zonas afectadas. Estas medidas, aunque fundamentales, deben complementarse con estrategias de largo plazo.
Por ello, el PSH prioriza proyectos como la protección de ecosistemas estratégicos, el mejoramiento de infraestructura hídrica resiliente al clima y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles que reduzcan la vulnerabilidad de nuestras comunidades. Estas acciones no solo buscan mitigar los efectos de las lluvias intensas, sino también garantizar agua limpia y suficiente para las generaciones futuras.
La emergencia invernal es un recordatorio de que ningún actor, ya sea público o privado, puede enfrentar solo estos retos; por eso es preciso hacer un llamado a los gobiernos locales, las empresas, la academia y la ciudadanía para que trabajemos juntos en la construcción de una región más resiliente.
La seguridad hídrica no es solo un asunto ambiental; es el eje que articula el desarrollo económico, la estabilidad social y la calidad de vida de nuestra población. Reconocer esta realidad debe motivarnos a fortalecer la planificación territorial, invertir en infraestructura sostenible y transformar nuestra relación con el agua.
El cambio climático nos exige actuar con urgencia, pero también con visión. La emergencia actual puede y debe convertirse en el punto de inflexión para consolidar un modelo de gestión hídrica que no solo responda a las crisis, sino que las prevenga. Solo así podremos garantizar un futuro más seguro, equitativo y sostenible para nuestra región y el país entero. Hoy, más que nunca, el agua debe ser el eje central de nuestro bienestar colectivo. La emergencia invernal no solo es un desafío, sino una oportunidad para reimaginar nuestra gestión hídrica y convertirla en el pilar de una Colombia resiliente y preparada para los retos del futuro.