El turismo de naturaleza ayudará a la recuperación de la memoria histórica del país.
Todos ansiamos desesperadamente la paz y todos debemos colaborar en su construcción y afirmación, sin mezquindades, sin egoísmos personales y partidistas. La grandeza de espíritu y la generosidad de individuos y de colectividades se demuestra en este momento crucial de nuestra historia, cuando hemos llegado a un remanso de paz luego de 50 años de barbaridades. Se acabaron las pescas milagrosas, los secuestros, los genocidios, las embocadas, la destrucción de pueblos a punta de cilindros de gas… ¿Cómo no agradecer y cómo no colaborar para que la paz se acabe de asentar definitivamente en nuestro territorio y en nuestros espíritus? No hacerlo es una mezquindad que la historia no nos perdonará. En este sentido, todos los esfuerzos, grandes y pequeños, son bienvenidos.
La Región Administrativa de Planeación Especial (RAP), primer esquema asociativo que integra los departamentos de Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Meta con Bogotá, está organizando un recorrido por una zona especialmente castigada por el conflicto, con el fin de que el turismo de naturaleza ayude a la recuperación de la memoria histórica, al disfrute de atractivos naturales y a la adecuación de caminos en el corredor que arranca desde Icononzo (Tolima), continúa por Sumapaz (Distrito Capital) y termina en Uribe (Meta).
Este recorrido de montaña lleva el nombre de Travesía Ruta Integración para la Paz y se llevará a cabo entre los días 28 de noviembre y 6 de diciembre.
Diego García Bejarano, el organizador, ha preparado con su equipo todos los detalles logísticos para que la caminada sea un éxito total. Los veinte participantes, que representan estamentos ligados con el turismo de naturaleza y comprometidos con la paz, parten de Icononzo, se adentran por el páramo de Sumapaz, donde alcanzarán los 3.823 metros sobre el nivel del mar, y descenderán hasta Uribe, municipio ubicado a 715 metros. En el camino cruzarán pueblos y veredas que esperan una oportunidad para la paz, paz y tranquilidad que solo los viejos conocieron cuando eran niños antes de que comenzara el conflicto y que ahora esperan gozar de nuevo con sus hijos y nietos.
Los páramos son prioridad del país en materia de conservación del recurso que nos hará ser en un futuro muy próximo uno de los países más ricos del planeta porque nadamos en agua.
El páramo de Sumapaz, el más extenso del planeta, es un territorio de gran belleza. Sus inmensos valles, poblados por millones de frailejones; sus numerosas lagunas, entre las cuales la de La Guitarra es una de las más bellas del país; sus picos, como el Cerro Nevado, que sobrepasa los 4.000 metros sobre el nivel del mar y, por los años 20 del siglo pasado, estaba coronado por nieves, son invitación para caminar en respetuoso silencio, teniendo en cuenta el consejo de Teilhard de Chardin: “Dejadme sentir la inmensa música de las cosas”.
Los afortunados participantes de la marcha tendrán la suerte de hundirse en la majestuosidad del ecosistema, que nos regala el líquido precioso que nos da vida, porque los páramos son nuestras fábricas de agua.
El páramo de Sumapaz ‘dispara’ agua para cuatro departamentos: Cundinamarca, Tolima, Huila, Meta, y para la capital del país y alimenta las cuencas del lejanísimo Orinoco y del Magdalena.
Los páramos, lo he dicho infinidad de veces, son la primera prioridad del país en materia de conservación del recurso que nos hará ser en un futuro muy próximo uno de los países más ricos del planeta porque nadamos en agua. Nadamos, sí, pero al galopante ritmo que vamos de destrucción de bosques y de páramos, nuestros hijos terminarán comprando agua a los vecinos o a quien quiera venderla a precio de oro.
Buen viaje les deseamos a los veinte felices caminantes que se adentrarán en el rey de los páramos, el de Sumapaz.
ANDRÉS HURTADO GARCÍA